La Prefectura construye un tramo de un kilómetro y medio para unir las comunidades campesinas de este territorio imbabureño. Los propietarios de las pequeñas fincas agrícolas se sienten felices por la culminación de este proyecto al que le apuntan para poder movilizar la producción de sus tierras y comercializarlas en los mercados. Es así como mejoran las condiciones de vida en esta zona rural.
IBARRA.- A lo largo del camino entre las comunidades Getsemaní y Palo Amarillo se divisan cultivos de yuca, naranjilla, guayaba y maíz duro. Confundido en el pasto verde está el ganado vacuno. Las casas de madera abrigan a las familias que labran la tierra para hacerla producir y cuidan las reses para obtener de ellas leche y carne.
Ese es el panorama común en el kilómetro y medio de esta localidad perteneciente a la parroquia Lita. La vida transcurre en medio del trabajo duro y sacrificado de hombres y mujeres que vieron la luz en estas tierras y que no piensan abandonarlas, pese a las dificultades que atraviesan, especialmente, por la falta de servicios básicos.
Luis Páez, es uno de los moradores de Getsemaní. Cuenta que la principal necesidad que tienen los habitantes es la vialidad. Por eso han luchado durante muchos años para que se haga realidad el mejoramiento de los caminos principales y ramales que conectan a las comunidades que se encuentran repartidas en la zona: Santa Rita, Santa Cecilia, Río Verde, La Esperanza, Palo Amarillo, entre otras.
En la Prefectura encontraron respuesta a su gestión. El titular del organismo, Pablo Jurado, escuchó su clamor y puso en marcha un plan para llevar a cabo la apertura de nuevos tramos viales y para mejorar los antiguos. Ha sido un trabajo arduo, tomando en cuenta las dificultades del terreno resbaloso, lleno de fangos, maleza y rocas, pero, sobre todo, por las condiciones climáticas variables que dificulta la labor de operadores y maquinaria.
Entre Getsemaní y Palo Amarillo pronto estará listo el camino construido por el organismo provincial. Unos 200 metros únicamente restan para poner fin a esta tarea. Los agricultores colaboraron en las jornadas de trabajo, movidos por el interés de contar con un paso vehicular por donde transportar sus productos a los mercados de Ibarra, principalmente.
Las obras viales, sin duda, son ejes de desarrollo en los poblados rurales. En eso coincide Páez. Por eso no esconde la felicidad que siente al saber que pronto estará al servicio el carretero que conecta a la panamericana entre Lita e Ibarra. Por esta ruta será más fácil y más rápido transportar en camiones las cosechas. Otro valor agregado es el aumento de la plusvalía de las propiedades. Es la ventaja de disponer de una vialidad óptima.